Históricamente, la humanidad ha enfrentado riesgos naturales (como asteroides o supervolcanes), pero en la actualidad, las amenazas más apremiantes son de origen antropogénico (causadas por el ser humano).
I. Introducción: Comprendiendo los Riesgos Existenciales
La existencia humana, a pesar de los avances civilizatorios y tecnológicos, se enfrenta a un espectro de amenazas de magnitud sin precedentes. Para comprender la naturaleza de estos desafíos, resulta fundamental establecer una distinción clara entre los riesgos catastróficos globales y los riesgos existenciales, una categoría de peligros que trascienden las crisis convencionales por su potencial para alterar irreversiblemente el futuro de nuestra especie.
Definición de riesgo existencial y su distinción de catástrofes globales
Un riesgo existencial se define como un evento o proceso que podría provocar la extinción prematura de la humanidad o la destrucción permanente y drástica de su potencial futuro deseable. Esta conceptualización es crucial, ya que no se limita únicamente a la aniquilación total de la vida humana. Por ejemplo, una catástrofe global que dejara a un remanente de sobrevivientes incapaces de reconstruir una sociedad compleja, o que encerrara a la humanidad en un estado de existencia drásticamente inferior e irreversible, calificaría igualmente como una catástrofe existencial.
El daño asociado a un riesgo existencial es no solo global, sino también terminal y permanente, impidiendo cualquier recuperación y afectando a todas las generaciones futuras.
En contraste, un riesgo de catástrofe global (GCR, por sus siglas en inglés) se refiere a un evento que podría infligir un daño grave al bienestar humano a escala mundial, amenazando o incluso destruyendo la civilización moderna, pero sin que el daño sea necesariamente definitivo o irreversible. Ejemplos históricos como la Peste Negra, que causó la muerte de un tercio de la población europea, o la pandemia de gripe de 1918, que cobró entre el 3% y el 6% de la población mundial, ilustran catástrofes de gran escala que, aunque devastadoras, no impidieron la recuperación de la civilización. Los riesgos existenciales son, por tanto, una subclase de los GCR, caracterizados por su impacto final y la imposibilidad de recuperación.
La gravedad de un riesgo se evalúa en función de tres criterios principales: su alcance (el número de personas afectadas), su severidad (la intensidad del impacto) y su probabilidad (la posibilidad de que ocurra). Los riesgos existenciales se sitúan en el extremo superior de este espectro, representando el mayor alcance y la máxima severidad.
La importancia de abordar los riesgos que amenazan el futuro a largo plazo de la humanidad
La perspectiva de una extinción prematura de la humanidad es profundamente preocupante, ya que privaría a nuestra especie de un futuro que, de otro modo, podría extenderse por millones de años. La vasta escala temporal del futuro en juego subraya el valor inmenso de cualquier esfuerzo por reducir el riesgo existencial. La investigación en este ámbito debe ser una prioridad temprana y urgente, especialmente en lo que respecta a las tecnologías emergentes. La humanidad no puede asumir que ya posee el conocimiento y las herramientas necesarias para gestionar estas amenazas sin una investigación proactiva y continua.
A pesar de la magnitud de la amenaza, la inversión global en la reducción de riesgos existenciales es sorprendentemente baja. Se estima que menos del 0.001% del producto bruto mundial se destina a intervenciones específicas en esta área. Esta desproporción entre la magnitud del riesgo y la inversión en su mitigación plantea serias interrogantes sobre la capacidad colectiva de la humanidad para proteger su propio futuro.
La Paradoja de la Seguridad Humana en el Antropoceno
Una observación fundamental que emerge del análisis de los riesgos globales es la paradoja de la seguridad humana en la era del Antropoceno. A pesar de que la humanidad ha logrado avances significativos en el bienestar individual —las personas viven en promedio más tiempo, son más ricas y gozan de mejor salud—, estos progresos no se han traducido en una mayor sensación de seguridad a nivel global. Por el contrario, la inseguridad humana parece estar en aumento en la mayoría de los países, e incluso disparándose en algunos con un Índice de Desarrollo Humano muy alto.
Esta discrepancia sugiere que las métricas tradicionales de desarrollo y prosperidad material no capturan adecuadamente la complejidad de las nuevas amenazas que enfrenta la humanidad. El progreso tecnológico y la creciente interconexión global, si bien generan beneficios tangibles, también introducen y amplifican formas de inseguridad más complejas y sistémicas. La interacción de cambios planetarios peligrosos y desequilibrios sociales transforma la seguridad humana, creando vulnerabilidades que trascienden las fronteras nacionales y las generaciones. Por ejemplo, una crisis económica en una región puede propagarse rápidamente a nivel mundial, o un nuevo patógeno puede viajar por todo el planeta en cuestión de días, demostrando cómo la interdependencia global puede amplificar el alcance y el impacto de los riesgos. Esta situación subraya la necesidad de redefinir y ampliar el concepto de seguridad para incluir la resiliencia frente a amenazas que, aunque no siempre son inmediatamente visibles, tienen el potencial de socavar la existencia misma de la civilización.
La "Brecha de Síntesis" en la Investigación de Riesgos Existenciales
Existe una significativa "brecha de síntesis" en el campo de los Estudios de Riesgo Existencial (ERS). Esta brecha se refiere a la desconexión entre la vasta cantidad de investigación académica publicada y el subconjunto de esa investigación que es sistemáticamente revisada, sintetizada y efectivamente utilizada para la toma de decisiones. El campo de los ERS enfrenta desafíos particulares debido a su tamaño relativamente pequeño, la amplitud de la investigación relevante que abarca numerosas disciplinas y una larga historia de pensamiento sobre el riesgo existencial que no siempre ha sido consolidada de manera efectiva.
Esta brecha implica que, incluso cuando se generan conocimientos críticos sobre los riesgos existenciales, estos hallazgos pueden no estar siendo traducidos de manera efectiva en políticas públicas o en la conciencia colectiva. La naturaleza inherentemente interdisciplinaria de los ERS, que abarca desde la filosofía y la economía hasta la ciencia climática y la inteligencia artificial, dificulta la revisión sistemática y la integración de conocimientos. Además, la ausencia de precedentes históricos para las catástrofes existenciales hace que la validación empírica y la formulación de políticas sean particularmente complejas, lo que hace que la síntesis de enfoques teóricos y de modelado sea aún más crítica pero más ardua. La dificultad para cuantificar con precisión las probabilidades de estos riesgos también contribuye a la falta de priorización en la síntesis y aplicación del conocimiento.
Esta situación revela un riesgo de segundo orden: la posibilidad de que la humanidad, a pesar de su capacidaFd intelectual y de investigación, falle en aprovechar eficazmente su propio conocimiento para prevenir su autodestrucción. Mejorar los mecanismos de síntesis, difusión y traducción del conocimiento, como el crowdsourcing y el aprendizaje automático propuestos por el proyecto TERRA , es tan vital como la investigación misma. Sin una transferencia de conocimiento efectiva, las ideas más profundas sobre los riesgos existenciales podrían permanecer como ejercicios académicos en lugar de convertirse en catalizadores para la acción urgente necesaria.
II. Categorías Principales de Riesgos Existenciales
Los riesgos que amenazan la existencia humana se pueden clasificar en dos grandes categorías: aquellos de origen antropogénico, es decir, causados por la actividad humana, y aquellos de origen natural, que escapan al control directo de nuestra especie.
A. Riesgos Antropogénicos (Causados por el Ser Humano)
Los riesgos antropogénicos son un fenómeno relativamente reciente en la historia de la humanidad. Han surgido y se han intensificado con el progreso tecnológico, que, si bien ofrece herramientas para mejorar la sociedad y mitigar ciertos riesgos naturales (como la desviación de asteroides), también introduce nuevas y potentes amenazas. La invención de las armas nucleares marcó un punto de inflexión, otorgando a la humanidad por primera vez la capacidad práctica de provocar su propia extinción.
1. Armas de Destrucción Masiva (ADM)
Las armas de destrucción masiva representan una de las amenazas más directas y catastróficas para la existencia humana.
Guerra nuclear y el concepto de "invierno nuclear"
La guerra nuclear ha sido una preocupación central desde la fundación del Bulletin of the Atomic Scientists en 1945, una organización nacida de la conciencia de los científicos que desarrollaron la bomba atómica. El Reloj del Apocalipsis, creado en 1947 por el Bulletin, es una poderosa metáfora que representa la probabilidad estimada de una catástrofe global causada por el hombre, con la medianoche simbolizando la aniquilación. El uso a gran escala de armas nucleares tiene el potencial de causar una destrucción generalizada y una pérdida masiva de vidas, con el riesgo más devastador siendo el "invierno nuclear", un escenario donde una capa de residuos lanzada a la estratosfera causaría un enfriamiento prolongado del planeta y la aniquilación de gran parte de la vida.
Aunque la tensión global ha disminuido desde la Guerra Fría, la tecnología nuclear sigue en manos de numerosos gobiernos, y la posibilidad de su uso, ya sea deliberado o accidental, persiste. El Reloj del Apocalipsis ha reflejado esta amenaza, moviéndose más cerca de la medianoche debido a la retórica hiperbólica y acciones provocadoras que aumentan el riesgo de guerra nuclear por accidente o error de cálculo. En enero de 2025, el Reloj se estableció en 89 segundos para la medianoche, su punto más cercano a la catástrofe global desde su creación. El movimiento a 90 segundos en 2023 se atribuyó en gran medida al riesgo de escalada nuclear derivado de la invasión rusa de Ucrania. Toby Ord, un experto en riesgos existenciales, estima que el riesgo de extinción por guerra nuclear es de 1 en 1,000 por siglo.
La Falibilidad Humana vs. la Racionalidad de la IA en la Escalada Nuclear
El análisis de incidentes históricos durante la Guerra Fría revela una tensión crítica entre la toma de decisiones humana y la posible implementación de sistemas de inteligencia artificial en escenarios de conflicto nuclear. En varios momentos, figuras como Stanislav Petrov o el General Leonard Perroots tomaron decisiones cruciales que evitaron una escalada nuclear, a pesar de que los protocolos existentes o los errores de los sensores podrían haber llevado a una respuesta catastrófica. Por ejemplo, Petrov desestimó una falsa alarma de ataque de misiles basándose en su intuición y en una evaluación de la improbabilidad de un ataque tan limitado, optando por no escalar la situación a pesar de que la doctrina prevaleciente exigía una represalia inmediata.
Estos ejemplos contrastan la "reflexión y compasión" humana con la "racionalidad" de las máquinas, planteando la pregunta de si un sistema de inteligencia artificial habría llegado a la misma conclusión prudente. Esta situación sugiere que la "racionalidad" de la IA, si bien es una ventaja en muchos dominios, podría convertirse en una vulnerabilidad existencial en situaciones de alta incertidumbre y consecuencias catastróficas. Una IA, entrenada en doctrinas de "ataque preventivo" o "represalia inmediata", podría adherirse estrictamente a ellas sin la intuición, la capacidad de improvisación o las consideraciones éticas que un ser humano podría aplicar en una crisis sin precedentes. La "esencia y carácter humano" se presentan como salvaguardas críticas que los sistemas de IA actuales no poseen.
La combinación de una doctrina militar rígida y la toma de decisiones automatizada por IA, sin la capacidad de discernir errores sutiles (como reflejos de la luz solar confundidos con misiles), podría crear una cadena de eventos irreversible hacia la guerra nuclear. La capacidad humana para "improvisar, usando el instinto más que el protocolo formal" es un factor atenuante ausente en los sistemas de IA actuales. Esta observación subraya un desafío fundamental en el desarrollo y la gobernanza de la IA, especialmente en aplicaciones militares: cómo garantizar que los sistemas de IA puedan ejercer prudencia, razonamiento ético y la capacidad de anular decisiones "racionales" pero potencialmente catastróficas en escenarios ambiguos o sin precedentes. La decisión de los presidentes Xi y Biden de no empoderar a la IA para decidir el lanzamiento de armas nucleares refleja esta profunda preocupación y la comprensión de que la autonomía total de la IA en este ámbito es inaceptable.
Proliferación de armas biológicas y químicas
Las armas de destrucción masiva, que incluyen las biológicas y químicas, representan una amenaza innegable para la humanidad. El acceso, la posesión y el uso de estas armas por parte de actores no estatales, como grupos terroristas, es una preocupación clave y un riesgo asimétrico para la población.
A pesar de la gravedad de esta amenaza, la Convención sobre Armas Biológicas (BWC), el organismo global encargado de reducir el riesgo de liberaciones virales accidentales o deliberadas, opera con un presupuesto anual sorprendentemente bajo (1.4 millones de dólares), inferior al de un McDonald's promedio. Esta disparidad pone de manifiesto una grave falta de inversión en la mitigación de un riesgo existencial crítico, a pesar de que las pandemias diseñadas son consideradas por algunos expertos como una de las amenazas más probables para la extinción humana.
2. Inteligencia Artificial Avanzada (IA)
La inteligencia artificial es un factor principal que influye en la configuración del Reloj del Apocalipsis, reflejando su creciente reconocimiento como una amenaza existencial.
Riesgos de desalineación y pérdida de control
La Inteligencia Artificial General (AGI), definida como una inteligencia artificial con habilidades cognitivas a nivel humano en una amplia gama de dominios, podría ser extremadamente difícil de controlar. Existe la preocupación de que una AGI altamente avanzada podría buscar mejorar su propia inteligencia y adquirir recursos, potencialmente sin tener en cuenta la supervivencia y los valores humanos, lo que la convierte en un riesgo único con una probabilidad de extinción más alta que otros impactos menores. Toby Ord, investigador principal del Future of Humanity Institute, estima que el riesgo existencial asociado con la inteligencia artificial no alineada con los valores humanos es de 1 en 10 por siglo, lo que lo convierte en el riesgo más peligroso de todos en sus estimaciones. Las preocupaciones sobre los riesgos existenciales planteados por sistemas de IA altamente capaces, que abarcan desde la pérdida de control hasta la extinción, han sido un tema de debate y estudio durante mucho tiempo en la comunidad de investigación de riesgos.
La Brecha entre la Percepción de Riesgo de la IA y la Realidad del Desarrollo Tecnológico
Una observación crítica en el campo de la inteligencia artificial es la aparente contradicción entre las proyecciones de la industria y la realidad del progreso tecnológico. Si bien existe un "consenso en la industria de la IA" que sugiere que la Inteligencia Artificial General (AGI) podría estar a pocos años de distancia (posiblemente para 2030 o antes), los grandes modelos de lenguaje (LLMs) actuales no muestran signos de las mejoras exponenciales características de 2022 y 2023. De hecho, el proyecto GPT-5 de OpenAI experimentó problemas de rendimiento y tuvo que ser degradado a GPT-4.5, representando solo una "modesta" mejora. Además, los sistemas de razonamiento más recientes de la compañía "alucinan a una tasa más alta" que los anteriores.
Esta divergencia entre las expectativas y la realidad observada en el progreso tecnológico es fundamental para la evaluación del riesgo. Si el "precipicio" de la IA se basa en proyecciones de crecimiento exponencial que no se están materializando, la inminencia de ciertos riesgos existenciales podría ser sobreestimada. Esto podría conducir a una asignación ineficiente de recursos o a un enfoque en problemas equivocados a corto plazo. La "desaceleración aparente" en la mejora de las capacidades de la IA implica que la ventana de tiempo para desarrollar salvaguardias y gobernanza efectiva podría ser más larga de lo que se pensaba, o que la naturaleza de los riesgos está cambiando. Esto no niega el riesgo inherente a la IA, sino que altera su temporalidad y quizás su forma.
El reconocimiento por parte de la industria de que "la escalada del tiempo de entrenamiento ha llegado a un muro" impacta directamente el cronograma para el desarrollo de la AGI. Esto sugiere que la tasa de progreso tecnológico, y no solo el estado final potencial, es una variable crítica en la evaluación de riesgos. Esta situación resalta la naturaleza dinámica e incierta de la evaluación de riesgos tecnológicos. Implica la necesidad de una evaluación continua y en tiempo real de las capacidades de la IA y un enfoque flexible para las prioridades de política e investigación, en lugar de depender de cronogramas fijos o consensos de la industria que pueden no reflejar la realidad. También plantea preguntas sobre la fiabilidad del juicio experto cuando se enfrenta a tecnologías que evolucionan tan rápidamente y de forma tan compleja.
Potencial de la IA en conflictos armados y proliferación de armas
La IA tiene el potencial de conferir ventajas militares significativas. El Center on Long-Term Risk, por ejemplo, se enfoca en escenarios de conflicto y en los aspectos técnicos y filosóficos de la cooperación relacionados con los sistemas avanzados de IA. La IA podría exacerbar conflictos internacionales y otros factores de riesgo amplios. Los escenarios de "mal uso" de la IA, donde las decisiones humanas sobre su despliegue (por ejemplo, armas habilitadas por IA) o un despliegue imprudente sin salvaguardias adecuadas, podrían conducir a una catástrofe existencial. Además, el fracaso en las negociaciones entre agentes puede tener consecuencias catastróficas, incluyendo conflictos entre grandes potencias y "guerras relámpago" impulsadas por la IA.
3. Biotecnología y Pandemias Diseñadas
El avance en biotecnología presenta un doble filo: inmensas oportunidades para el bienestar humano y riesgos existenciales significativos.
Creación deliberada o accidental de patógenos con potencial pandémico
Las pandemias son reconocidas como un riesgo catastrófico global de primer orden. La pandemia de COVID-19 ha servido como un claro recordatorio del potencial de las enfermedades infecciosas para causar una disrupción masiva en la salud global, las economías y las sociedades. El avance científico ha conferido a la humanidad la capacidad de crear enfermedades de una virulencia sin precedentes. Las pandemias diseñadas, en particular, tienen una probabilidad estimada de riesgo existencial de 1 en 30 por siglo, según las estimaciones de Toby Ord, lo que las posiciona como una amenaza extremadamente significativa.
La "Doble Cara" de la Biotecnología y la IA: Progreso vs. Peligro Amplificado
Los avances en biotecnología tienen el potencial de aportar beneficios significativos, pero también plantean riesgos sustanciales si no se gestionan cuidadosamente, incluyendo el desarrollo de nuevos patógenos y el mal uso de tecnologías de edición genética. La integración de la inteligencia artificial con el diseño de proteínas y la bioingeniería ofrece "oportunidades inigualables para la innovación", pero también genera "preocupaciones significativas de bioseguridad".
La IA actúa como un "multiplicador de amenazas" en el dominio biológico. La capacidad de la IA para acelerar el descubrimiento de fármacos y diseñar proteínas novedosas puede, si se utiliza de forma malintencionada, "reducir las barreras para desarrollar armas biológicas con una precisión y potencia sin precedentes". La integración de Modelos de Lenguaje Grandes (LLMs) con Herramientas de Diseño Biológico (BDTs) podría reducir drásticamente el umbral de experiencia requerido para la manipulación genética, aumentando el riesgo de crear patógenos más peligrosos y resistentes a los tratamientos. Este "efecto de descalificación" democratiza el acceso a capacidades que antes estaban restringidas a actores estatales bien financiados o instituciones especializadas, lo que podría empoderar a actores no estatales o pequeños grupos para desarrollar armas biológicas sofisticadas. Para actores con mayores recursos, la IA abre vías para diseñar toxinas novedosas con efectos más específicos y ajustables, o el desarrollo de patógenos con impactos que superan con creces los observados en la naturaleza.
Esta situación exige un marco regulatorio proactivo y adaptable que pueda seguir el ritmo de los rápidos avances tecnológicos. También implica un cambio en la estrategia de bioseguridad, pasando de centrarse únicamente en las amenazas a nivel estatal a abordar también el potencial de bioterrorismo por parte de individuos o pequeños grupos. El desafío consiste en aprovechar los inmensos beneficios de estas tecnologías mientras se desarrollan salvaguardias robustas contra su mal uso, un acto de equilibrio complejo y urgente.
Bioterrorismo y la reducción de barreras técnicas por la IA
El bioterrorismo y la guerra biológica son amenazas distintas pero ambas implican el uso deliberado de patógenos con fines destructivos. La IA tiene el potencial de facilitar significativamente el desarrollo de armas biológicas mediante análisis genéticos avanzados y modelos de síntesis biológica. La integración de Modelos de Lenguaje Grandes (LLMs) con Herramientas de Diseño Biológico (BDTs) podría reducir drásticamente el umbral de experiencia técnica necesario para la manipulación genética, aumentando así el riesgo de crear patógenos más peligrosos y resistentes a los tratamientos.
4. Cambio Climático Extremo y Colapso Ecológico
El cambio climático y el colapso ecológico representan una amenaza existencial multifacética, con implicaciones de gran alcance para la estabilidad planetaria y la supervivencia humana.
Impactos de temperaturas elevadas, bucles de retroalimentación y puntos de inflexión
El cambio climático es reconocido como un riesgo global fundamental. Es considerado un "multiplicador de amenazas" que exacerba las vulnerabilidades existentes en las sociedades. Las incertidumbres en las estimaciones de riesgo sugieren que un calentamiento extremo y los bucles de retroalimentación climática podrían elevar las temperaturas globales entre 4°C y 6°C por encima de los niveles preindustriales. Este escenario podría hacer que regiones enteras, especialmente en países más pobres, se vuelvan inhabitables, lo que a su vez desencadenaría muertes masivas, hambrunas, colapso social y migraciones a gran escala. El Informe sobre Riesgos Globales 2024 del Foro Económico Mundial destaca los fenómenos meteorológicos extremos y los cambios críticos en los sistemas terrestres como los mayores riesgos a enfrentar en los próximos 10 años. Toby Ord estima que el riesgo de extinción por cambio climático es de 1 en 1,000 por siglo.
El Cambio Climático como Catalizador de Inestabilidad Global y Riesgos en Cascada
El cambio climático trasciende ser simplemente un problema ambiental; es un desestabilizador sistémico que alimenta directamente otras categorías de riesgo importantes. Actúa como un "multiplicador de amenazas", exacerbando las vulnerabilidades existentes y aumentando la probabilidad de conflictos violentos al amplificar factores como la pobreza y el estrés psicológico. Este fenómeno se vincula directamente con los conflictos y la migración.
El cambio climático genera escasez de recursos vitales como el agua, la tierra y los alimentos, lo que a su vez intensifica la competencia y la inestabilidad social. Esta competencia, a su vez, conduce a la migración interna y transfronteriza , ejerciendo presión sobre los recursos urbanos y potencialmente desencadenando conflictos. La cadena causal es clara: el aumento de temperaturas y los eventos climáticos extremos conducen a la escasez de recursos y la degradación ambiental, lo que provoca el desplazamiento de poblaciones, la pérdida de medios de vida y el aumento de la pobreza. Estos factores, a su vez, generan inestabilidad social y tensiones, culminando en conflictos y migración. Esta secuencia demuestra un efecto de cascada directo y peligroso.
Abordar el cambio climático no es solo un imperativo ambiental, sino una estrategia crucial para mitigar una amplia gama de riesgos catastróficos y existenciales interconectados, incluyendo la inestabilidad geopolítica, las crisis humanitarias y el potencial de colapso social. Esto subraya la necesidad de respuestas políticas integradas que reconozcan estas complejas interdependencias, en lugar de tratar los problemas de forma aislada.
Pérdida de biodiversidad y degradación ambiental
La pérdida de biodiversidad y ecosistemas es identificada como un riesgo global significativo para los próximos 10 años por el Foro Económico Mundial. El colapso ecológico, que implica una disminución significativa y potencialmente irreversible de la capacidad de carga de los ecosistemas para todos los organismos, puede conducir a la extinción masiva. La humanidad depende fundamentalmente de la salud de los ecosistemas para su supervivencia. Las tasas actuales de extinción de especies exceden drásticamente las normas históricas, indicando que la humanidad está operando mucho más allá de un rango ecológico seguro. La interconexión entre el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad se describe como una "triple crisis planetaria" que amenaza el futuro del planeta. La degradación ambiental y la contaminación son también riesgos directos para la salud y la seguridad humana.
5. Nanotecnología
La nanotecnología, a pesar de su inmenso potencial para resolver problemas globales como la escasez de recursos o la contaminación, también conlleva riesgos significativos si no se gestiona adecuadamente. Estos riesgos incluyen la producción masiva de objetos potencialmente peligrosos, la creación de una dinámica de carrera armamentista y la posibilidad de procesos de reproducción incontrolada con efectos destructivos, como la "plaga gris". Los riesgos específicos mencionados incluyen nanomáquinas autorreplicantes que podrían consumir el medio ambiente o el mal uso de la nanotecnología médica.
6. Otros Riesgos Societales y Geopolíticos
Más allá de las amenazas tecnológicas y ambientales directas, una serie de riesgos societales y geopolíticos también contribuyen a la fragilidad de la existencia humana.
Desinformación y polarización social
La desinformación es un riesgo global clave tanto a corto (próximos dos años) como a medio plazo (próximos diez años). La proliferación de información falsa en internet es una amenaza reconocida. El Bulletin of the Atomic Scientists ha señalado que el aumento del uso de la guerra de información para socavar la democracia en todo el mundo exacerba y amplifica el riesgo de otras amenazas, poniendo en "peligro extraordinario el futuro de la civilización".
Inestabilidad política y económica, crimen organizado
La delincuencia organizada, exacerbada por la recesión económica, es un área de creciente preocupación. La inestabilidad política y económica puede alimentar las organizaciones delictivas y los mercados ilícitos, especialmente en un contexto de colapso de la gobernanza. El Informe sobre Riesgos Globales 2024 del Foro Económico Mundial advierte que, si bien los riesgos globales aumentan, también lo hace nuestra capacidad de respuesta, lo que sugiere una carrera entre la amenaza y la mitigación. La delincuencia organizada transnacional, el narcotráfico, la trata de personas y el tráfico de armas son amenazas significativas que socavan la seguridad ciudadana y global. La pobreza extrema y la exclusión social, junto con la desigualdad de género y la violencia contra mujeres y niñas (incluyendo el feminicidio), son factores que menoscaban gravemente la seguridad humana y la dignidad. Los países con gobernanza débil y una aplicación de la ley inadecuada son particularmente vulnerables, ya que el crimen organizado y la violencia sistémica socavan la cohesión social y fomentan entornos de miedo e inseguridad.B. Riesgos Naturales (No Antropogénicos)
A lo largo de los 200.000 años de historia de nuestra especie, la humanidad ha estado expuesta al riesgo de extinción debido a catástrofes naturales, como impactos de asteroides y erupciones supervolcánicas. Aunque, según las estimaciones de expertos, estos riesgos son menos probables que los antropogénicos en el siglo actual, su impacto potencial, si ocurrieran, sería catastrófico.Impactos de asteroides
Un impacto cósmico es un peligro geológico que, en el pasado, podría haber causado la extinción de los dinosaurios no avianos y tiene el potencial de causar la extinción de la humanidad. Aunque la probabilidad de un impacto de asteroide grande es baja, las consecuencias potenciales son catastróficas a escala global. Es importante destacar que el progreso tecnológico puede proporcionar los medios para desviar grandes asteroides, lo que ilustra cómo la ciencia y la ingeniería pueden mitigar ciertos riesgos existenciales naturales.
Erupciones supervolcánicas
Las erupciones supervolcánicas son eventos raros pero con el potencial de tener efectos devastadores en el clima global y las poblaciones humanas. Pueden liberar cantidades masivas de ceniza y gases a la atmósfera, lo que podría conducir a un período prolongado de enfriamiento global y una drástica reducción de la productividad agrícola, con consecuencias catastróficas para la seguridad alimentaria y la supervivencia humana.
Amenazas cósmicas (explosiones de supernovas, rayos gamma)
Otras amenazas cósmicas incluyen una glaciación general que afecte a todo el planeta (escenario de la "bola de nieve terrestre" o criogenia), la explosión de una supernova a corta distancia del sistema solar, o una explosión de rayos gamma dirigida hacia nuestra región de la galaxia. Estos eventos, aunque de muy baja probabilidad, tienen el potencial de causar un impacto total o transgeneracional, afectando a la humanidad en su conjunto y a su potencial futuro.El Desplazamiento del Énfasis del Riesgo: De lo Natural a lo Antropogénico
Un cambio fundamental en el panorama de riesgos existenciales es el desplazamiento del énfasis de las amenazas naturales a las antropogénicas. Históricamente, la humanidad ha estado en riesgo de extinción debido a catástrofes naturales como impactos de asteroides y erupciones supervolcánicas. Sin embargo, los riesgos antropogénicos —aquellos causados por el ser humano— son un fenómeno mucho más reciente y, en la actualidad, representan las amenazas más apremiantes.
Esta transformación del paisaje de riesgos se puede ilustrar con las estimaciones de Toby Ord, un experto en riesgos existenciales. Mientras que los riesgos naturales combinados (como asteroides y supervolcanes) representan una probabilidad de 1 en 10,000 por siglo de causar una catástrofe existencial, las amenazas generadas por el ser humano son significativamente más probables. La guerra nuclear y el cambio climático se estiman en 1 en 1,000 por siglo cada uno, las pandemias diseñadas en 1 en 30, y la inteligencia artificial no alineada en 1 en 10, lo que la convierte en la amenaza más probable según sus proyecciones.
Esta comparación numérica revela un cambio drástico en las fuentes dominantes de amenaza existencial. Aunque los riesgos naturales persisten, su probabilidad es notablemente menor que la de las amenazas más apremiantes generadas por la propia actividad humana. Esto implica que la humanidad, a través de su propio desarrollo tecnológico y social, se ha convertido en el principal arquitecto de su propia potencial perdición. Las mismas herramientas diseñadas para mejorar la vida (por ejemplo, la tecnología avanzada) ahora conllevan el mayor peso existencial.
El progreso tecnológico, si bien ofrece herramientas de mitigación para algunos riesgos naturales (como la desviación de asteroides), simultáneamente crea riesgos nuevos, más potentes y a menudo menos comprendidos (por ejemplo, armas nucleares, IA, patógenos diseñados). Esto es una consecuencia directa de nuestra creciente capacidad para manipular el mundo y nuestra propia biología. Este cambio fundamental en el panorama de riesgos exige una reorientación de las prioridades globales y la asignación de recursos hacia la mitigación de los riesgos creados por el ser humano. También subraya la profunda responsabilidad ética inherente al avance tecnológico y la necesidad urgente de previsión, gobernanza y cooperación internacional para gestionar las capacidades destructivas sin precedentes que hemos desatado. El concepto del "Precipicio" encapsula este período único y peligroso en la historia humana, donde el futuro de la civilización depende casi por completo de nuestras propias decisiones y acciones.
III. La Interconexión y Efectos en Cascada de los Riesgos
Los riesgos globales no existen en un vacío; por el contrario, están intrínsecamente entrelazados, y la manifestación de uno puede exacerbar o desencadenar la aparición de otros, creando complejos efectos en cascada que amplifican la amenaza general para la humanidad. Cómo los riesgos se amplifican mutuamente (ej., cambio climático como "multiplicador de amenazas" para conflictos y migración) Una característica crítica del panorama de riesgos globales es que muchos de ellos no son eventos aislados, sino que están profundamente interconectados y se refuerzan mutuamente en bucles complejos. El Bulletin of the Atomic Scientists, al ajustar su Reloj del Apocalipsis, considera una interacción sistémica de factores como la política, la energía, las armas, la diplomacia y la ciencia climática, reconociendo que todos influyen en la cercanía a la medianoche.El cambio climático es un ejemplo paradigmático de "multiplicador de amenazas". No solo genera sus propios desafíos (fenómenos meteorológicos extremos, escasez de recursos), sino que también exacerba las vulnerabilidades existentes, lo que lleva a una mayor competencia por recursos vitales como el agua, la tierra y los alimentos, así como a la inestabilidad social y la degradación ambiental. Esta competencia puede escalar tensiones entre comunidades, contribuir al desplazamiento de poblaciones y desencadenar conflictos.
La pandemia de COVID-19 ha ilustrado de manera contundente cómo un riesgo (una enfermedad infecciosa) puede desencadenar efectos en cascada, revelando cómo el acceso limitado a la atención médica puede exacerbar significativamente las vulnerabilidades y obstaculizar la resiliencia de las sociedades. Además, la incapacidad de los gobiernos para reconocer y responder eficazmente a las crisis de manera temprana puede multiplicar su impacto, transformando problemas manejables en catástrofes de mayor magnitud.
La complejidad de los sistemas globales y los puntos de inflexión
Los sistemas complejos que subyacen a los riesgos existenciales se caracterizan por numerosos componentes interactuantes, dinámicas no lineales y comportamientos emergentes que son difíciles de predecir. La aplicación de la ciencia de la complejidad a los estudios de riesgos existenciales es fundamental, ya que puede proporcionar información valiosa sobre los mecanismos subyacentes y las estrategias de mitigación más efectivas. Identificar los "puntos de inflexión" y las "fallas en cascada" es crucial, ya que en estos sistemas, pequeños cambios pueden tener efectos grandes y desproporcionados, desencadenando una serie de eventos interconectados que llevan a un colapso sistémico. En el sistema climático, por ejemplo, cruzar ciertos puntos de inflexión podría resultar en el colapso irreversible de ecosistemas vitales como los arrecifes de coral, las selvas tropicales y las capas de hielo polares, con consecuencias catastróficas para la vida humana en el planeta.
La Vulnerabilidad Sistémica como Riesgo Existencial en Sí Misma
La interconexión y la naturaleza compuesta de los riesgos globales son consistentemente enfatizadas por los expertos. Se subraya que "los riesgos no pueden considerarse distintos y deben entenderse como interconectados, interdependientes y compuestos". Si los riesgos están intrínsecamente interconectados y pueden desencadenar fallas en cascada , entonces una falla en una parte del sistema global puede llevar a un colapso generalizado, incluso si el evento inicial no era existencialmente amenazante por sí solo.
Esto significa que la vulnerabilidad sistémica de nuestro mundo interconectado constituye, en sí misma, un multiplicador significativo de los riesgos existenciales. No son solo las amenazas individuales lo que se debe temer, sino la fragilidad inherente del sistema global que permite que una crisis localizada se convierta en una catástrofe global o incluso existencial. La "brecha de síntesis" en la investigación también contribuye a esto, ya que una comprensión fragmentada de los riesgos dificulta las respuestas holísticas.
La globalización y la creciente interdependencia crean vías para que los riesgos se propaguen y amplifiquen. Por ejemplo, la inestabilidad económica puede debilitar la gobernanza, haciendo que las sociedades sean más susceptibles a los impactos climáticos o a las pandemias, lo que a su vez desestabiliza aún más las economías, creando un círculo vicioso. Este análisis exige un cambio de paradigma, pasando de la gestión de riesgos individuales en silos a la construcción de una resiliencia sistémica. Requiere enfoques interdisciplinarios y mecanismos de gobernanza global que puedan anticipar y responder a las interacciones complejas y no lineales entre las amenazas. El enfoque debe estar en fortalecer el "sistema inmunológico" de la civilización global contra una multitud de perturbaciones, en lugar de solo "vacunar" contra enfermedades individuales.
IV. Evaluación y Percepción del Riesgo Existencial
Metodologías de evaluación (alcance, severidad, probabilidad)
La seriedad de un riesgo se determina por su alcance (el número de personas que se verían afectadas), su severidad (el grado de afectación) y su probabilidad (la posibilidad de que ocurra). Los riesgos existenciales, por definición, son aquellos que presentan el mayor alcance y la mayor severidad.
La evaluación de la probabilidad y el impacto potencial de los riesgos catastróficos globales es un proceso complejo que requiere una combinación de análisis de datos, modelado avanzado y juicio experto. Para ello, se utilizan marcos de evaluación de riesgos que proporcionan un enfoque estructurado para identificar amenazas potenciales, evaluar su probabilidad e impacto, y priorizar los esfuerzos de mitigación. Herramientas como el proyecto TERRA (The Existential Risk Research Assessment), desarrollado por el Centre for the Study of Existential Risk (CSER), buscan mejorar esta evaluación. TERRA es un proceso semi-automatizado diseñado para revisar sistemáticamente la investigación académica relevante para los Estudios de Riesgo Existencial, utilizando crowdsourcing y aprendizaje automático para reducir la carga de trabajo y proporcionar una base de evidencia robusta para la formulación de políticas y el análisis de riesgos.
Desafíos en la cuantificación de riesgos sin precedentes
Uno de los mayores desafíos en la evaluación de riesgos existenciales es su naturaleza sin precedentes. La humanidad nunca ha experimentado una catástrofe existencial, lo que hace que la predicción de tales eventos sea inherentemente difícil debido a la falta de datos históricos y a los efectos de selección de observación. Es particularmente difícil asignar probabilidades precisas a escenarios altamente especulativos, especialmente aquellos vinculados a futuros avances tecnológicos como la IA avanzada o la nanotecnología molecular. Sin embargo, la dificultad para cuantificar un riesgo no implica que dicho riesgo sea insignificante.
Existe una "incertidumbre a nivel meta" donde la falibilidad de nuestras evaluaciones iniciales de riesgo puede amplificar la probabilidad percibida de los riesgos. Esto significa que la mayor parte del riesgo total podría residir en esta "zona gris" de incertidumbre inherente a la predicción de eventos sin precedentes. Además, existen razones económicas que explican la limitada inversión en la reducción de riesgos catastróficos globales: son especulativos y pueden no ocurrir, lo que lleva a muchos a centrarse en problemas más inmediatos. Además, la reducción de estos riesgos es un bien público global e intergeneracional, lo que significa que el mercado tiende a subproporcionar los recursos necesarios para su mitigación.
Perspectivas de organizaciones clave
Diversas organizaciones a nivel mundial se dedican al estudio y la mitigación de los riesgos existenciales, ofreciendo perspectivas valiosas sobre las amenazas más apremiantes.
Foro Económico Mundial (WEF)
En su Informe de Riesgos Globales 2024, el WEF identifica los principales riesgos a corto plazo (próximos dos años) como la desinformación, los fenómenos meteorológicos extremos, la polarización social, la ciberseguridad y los conflictos armados. A más largo plazo (próximos 10 años), los mayores riesgos incluyen los fenómenos meteorológicos extremos, los cambios críticos en los sistemas terrestres, la pérdida de biodiversidad y ecosistemas, la escasez de recursos naturales y la desinformación. El informe también destaca áreas de creciente preocupación que a menudo pasan desapercibidas, como la delincuencia organizada impulsada por la recesión económica y las catástrofes naturales no relacionadas con el clima. El WEF subraya que, si bien los riesgos globales aumentan, también lo hace la capacidad de respuesta, lo que sugiere una carrera entre la amenaza y la mitigación.
Bulletin of the Atomic Scientists y el Reloj del Apocalipsis
Fundado en 1945 por científicos que participaron en el Proyecto Manhattan, el Bulletin of the Atomic Scientists es una organización sin fines de lucro que se ocupa de cuestiones de ciencia y seguridad global derivadas de los avances tecnológicos con consecuencias negativas para la humanidad. El Reloj del Apocalipsis, creado en 1947, es una metáfora poderosa que representa la probabilidad estimada de una catástrofe global causada por el hombre, según la opinión del Bulletin. Es importante destacar que el Reloj es una metáfora y no una predicción literal.
Los principales factores que influyen en la configuración del Reloj son la guerra nuclear, el cambio climático y la inteligencia artificial. También considera amenazas biológicas y la desinformación como factores contribuyentes. En enero de 2025, el Reloj se estableció en 89 segundos para la medianoche, lo que representa su punto más cercano a la catástrofe global desde su creación. El movimiento a 90 segundos en 2023 se atribuyó en gran medida al riesgo de escalada nuclear derivado de la invasión rusa de Ucrania.
Future of Humanity Institute (FHI) y Centre for the Study of Existential Risk (CSER) / Stanford Existential Risks Initiative (SERI) El Future of Humanity Institute (FHI) de la Universidad de Oxford , el Centre for the Study of Existential Risk (CSER) de la Universidad de Cambridge y la Stanford Existential Risks Initiative (SERI) son instituciones líderes dedicadas al estudio de los riesgos existenciales y al desarrollo de estrategias colaborativas para su mitigación.
Sus áreas de enfoque principales incluyen los riesgos biológicos (como pandemias y bioterrorismo), los riesgos ambientales (cambio climático extremo y degradación ambiental), los riesgos derivados de la inteligencia artificial avanzada (desalineación, mal uso) y la gestión general de riesgos tecnológicos extremos.
Toby Ord, un investigador clave del FHI, estima una probabilidad de 1 en 6 de que la civilización termine en el próximo siglo. Sus estimaciones específicas para los riesgos existenciales por siglo son:
Estos centros subrayan la importancia de la investigación temprana en riesgos asociados con tecnologías emergentes, ya que la humanidad a menudo carece del conocimiento y las herramientas necesarias para gestionarlos eficazmente sin una preparación proactiva.
La Discrepancia entre la Urgencia del Riesgo Existencial y la Inversión en su Mitigación
Las estimaciones de expertos, como las de Toby Ord, sugieren una probabilidad de 1 en 6 de que la civilización termine en el próximo siglo, con riesgos antropogénicos abrumadoramente dominantes. Sin embargo, a pesar de esta alarmante evaluación, se constata que "menos del 0.001% del producto bruto mundial se gasta en intervenciones específicas de reducción de riesgo existencial".
Esta es una contradicción flagrante entre la gravedad y la probabilidad evaluadas de estos riesgos y el esfuerzo global real (o la falta de él) para mitigarlos. Esta "brecha de inversión" sugiere un profundo fallo de mercado o un problema de coordinación global. La reducción del riesgo existencial es un bien público global e intergeneracional, lo que significa que es inherentemente "subproporcionado" por los mercados. No existen mecanismos efectivos para que las generaciones futuras "paguen" por los beneficios de la mitigación actual, y los formuladores de políticas a menudo priorizan las preocupaciones inmediatas sobre las amenazas a largo plazo.
La naturaleza especulativa de estos riesgos, la falta de precedentes históricos y la dificultad para cuantificarlos con precisión contribuyen a esta subinversión. Los responsables de la toma de decisiones y el público en general pueden percibir estos riesgos como demasiado abstractos o distantes para justificar una inversión significativa en el presente. Este es quizás el meta-riesgo más peligroso: la incapacidad colectiva de la humanidad para actuar proporcionalmente a la escala de la amenaza. Implica que, incluso con una creciente conciencia y consenso experto sobre la naturaleza de los riesgos existenciales, las barreras sistémicas (económicas, políticas, psicológicas) impiden una acción efectiva. Esta desconexión crítica debe ser abordada, abogando por mecanismos innovadores para superarla, como la educación pública, la reorientación de la financiación y la creación de marcos de gobernanza global más robustos y con visión de futuro.
V. Conclusión: Hacia la Mitigación y la Resiliencia Global
El análisis de los riesgos existenciales revela un panorama complejo y desafiante para la humanidad. Las amenazas más significativas para nuestra existencia no provienen principalmente de fuerzas naturales incontrolables, sino de las consecuencias de nuestro propio progreso y de las deficiencias en nuestra gobernanza global.
Síntesis de los riesgos más apremiantes
Los riesgos existenciales más apremiantes para la humanidad son, en su mayoría, de origen antropogénico, impulsados por los rápidos avances tecnológicos y las complejas dinámicas sociopolíticas. La inteligencia artificial avanzada, las pandemias de bioingeniería y la guerra nuclear se destacan consistentemente en las evaluaciones de expertos como las amenazas más significativas en términos de su potencial de impacto y su probabilidad, superando con creces los riesgos naturales combinados.
Es fundamental comprender que estos riesgos no operan de forma aislada; están profundamente interconectados y exhiben efectos en cascada. El cambio climático, por ejemplo, actúa como un potente "multiplicador de amenazas", exacerbando conflictos, forzando migraciones masivas y aumentando las vulnerabilidades sistémicas. Paralelamente, la desinformación y la polarización social socavan la cohesión y la capacidad de respuesta global, dificultando la acción colectiva necesaria para enfrentar estas amenazas.
La necesidad urgente de investigación, cooperación internacional y políticas proactivas
Dada la naturaleza de los riesgos existenciales, especialmente aquellos derivados de tecnologías emergentes, la investigación en esta área debe ser una prioridad temprana y sostenida. La humanidad aún no posee todo el conocimiento y las herramientas necesarias para gestionar eficazmente estas amenazas sin una inversión continua en investigación y desarrollo de salvaguardias.
Se requieren urgentemente marcos regulatorios robustos y acuerdos internacionales vinculantes para mitigar estos riesgos. Ejemplos de esfuerzos existentes incluyen el Acuerdo de París para el cambio climático y la Convención sobre Armas Biológicas. Sin embargo, la financiación actual para estas iniciativas es lamentablemente insuficiente en comparación con la magnitud de la amenaza que buscan abordar. La cooperación global es un pilar indispensable para gestionar estos riesgos interconectados. La gobernanza débil, la corrupción y la falta de aplicación de la ley en ciertas regiones aumentan la vulnerabilidad sistémica, creando puntos de entrada para la desestabilización global. La historia ha demostrado que incluso pasos aparentemente pequeños, como la prevención de la detonación accidental de armas nucleares, pueden ser significativos para evitar catástrofes mayores, lo que sugiere que los esfuerzos incrementales y la vigilancia constante son vitales.
El papel de la acción individual y colectiva en la salvaguarda del futuro de la humanidad
La supervivencia de la humanidad no es únicamente un problema de política global o de grandes instituciones; los individuos también tienen un papel crucial que desempeñar. Toby Ord sugiere que las personas pueden contribuir significativamente a través de sus elecciones de carrera y sus donaciones caritativas, dirigiendo sus esfuerzos y recursos hacia la mitigación de riesgos existenciales. La conciencia pública y la educación son fundamentales para generar la voluntad política y la acción colectiva masiva necesaria para abordar estos desafíos a largo plazo. Sin una comprensión generalizada de la gravedad y la inminencia de estos riesgos, es difícil movilizar los recursos y la cooperación requeridos.
El Imperativo Ético de la "Responsabilidad Intergeneracional" frente a la Apatía
La extinción prematura de la humanidad privaría a nuestra especie de un futuro que podría extenderse por millones de años. Una catástrofe existencial "traicionaría los esfuerzos de nuestros ancestros, causaría un gran daño a aquellos en cuyas vidas ocurriera el fin del mundo, y destruiría la posibilidad de un vasto futuro lleno de florecimiento humano". Sin embargo, a pesar de esta profunda implicación, existe una tendencia a la indiferencia o la falta de preocupación hacia la potencial extinción de la humanidad, particularmente entre aquellos que perciben que una catástrofe existencial ocurriría póstumamente.
Esta perspectiva de apatía representa un desafío significativo para la mitigación de riesgos. La reducción del riesgo existencial es un "bien público intergeneracional" , lo que significa que los beneficios se disfrutan principalmente por las generaciones futuras, quienes no tienen voz ni voto en las decisiones actuales. Esta situación crea una desconexión entre el costo presente de la mitigación y los beneficios futuros, lo que dificulta la movilización de recursos y la voluntad política. La falta de precedentes históricos para una catástrofe existencial también contribuye a la dificultad de percibir la inminencia y la gravedad de estas amenazas.
Superar esta apatía requiere un cambio en la percepción y un fuerte compromiso con la responsabilidad intergeneracional. Implica reconocer que las decisiones tomadas hoy tienen un impacto profundo y permanente en el potencial futuro de la humanidad. La comprensión de que el fracaso en actuar no solo niega un futuro vasto y floreciente, sino que también deshonra los esfuerzos de todas las generaciones pasadas, es un imperativo ético. La educación y la concienciación pública pueden ayudar a cerrar esta brecha, fomentando un sentido de urgencia y responsabilidad compartida para salvaguardar el futuro de nuestra especie.
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