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Monasterio de Poblet, vivencias


Monasterio de Poblet, vivencias de un peregrino. Quiero contaros mis vivencias en primera persona de este apasionante y singular sitio, El Real Monasterio de Santa María de Poblet, situado en el término municipal de Vimbodí y Poblet, en Tarragona (España) que desde 1149 pertenece a los monjes bernardos.


Día 1.

Nada más entrar en las tierras que hay alrededor, ya me daba sensación de tranquilidad; montañas, viñedos, apartado de gente.
Ya andando dentro del patio exterior y de camino a la puerta principal, pese a conocerlo me seguía sorprendiendo, me hacía como retroceder en el tiempo, hacerme una idea de cómo era la época medieval.
Entró en la hospedería y me dicen que pase a una sala de espera. Cualquier parte del lugar impresiona; la sala al igual que como casi todo el lugar, estaba construida de piedra. Además tiene cuatro arcos bastante grandes que cruzan de pared a pared.

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"Monasterio de Poblet, vivencias"
Presidiendo una mesa está el Padre Paco, hablando con dos matrimonios de edad mayor. Parece estar recibiendo como consejo, guía o algo así; como la vieja escuela, a la vieja usanza, es decir, ir a hablar con el monje para que les encaminan.

Cuando termina y se despide, me llama junto con otro hombre que se va a hospedar. Entramos a la zona interior y recuerdo mi primera sensación; fue de impacto, es como volver varios siglos atrás, sentí eso pese a que ya había andado por aquí antes.

La habitación que me ha tocado está justamente al lado de donde ya estuve hospedado, tal y como le solicité al Padre.
Idéntica a la anterior, es muy sencilla y humilde pero con enorme encanto. A través de dos ventanas puedo ver uno de los patios y una de las torres.
El aseo y la ducha están fuera, son comunes, pero tengo dentro un lavabo que viene estupendo. Todo muy básico pero suficiente, me conformo de buena gana.

Me paso la espuma de afeitar por mi barba y sólo escucho el movimiento de mi mano sobre mi cara y a lo lejos el piar de unos pájaros; lo que más tiene este lugar es silencio.
Me aseo y me preparo para ir a un oficio. La misa dura quince minutos y nada más acabar nos dirige al comedor, lo que es perfecto para mí por ambos motivos.

En el comedor me toca sentarme justo en la mesa donde ya lo hice anteriormente. Me toca como compañero a un hombre mayor que por suerte no come mucho; nos vamos a llevar bien.
Digo esto porque a cada mesa le dan una fuente de comida que se reparte entre los comensales, aquí somos dos y uno come poco … jejeje.

No hace falta que describa mucho el lugar, si ya leíste mi anterior estancia en este lugar, ya sabes que tiene muchos rincones espectaculares, aunque uno de los que más me impresiona es el comedor.
Hoy mientras comemos, por supuesto no se oye a nadie hablar, pero tenemos en el altar a un monje recitar versos de la Biblia. Es como estar comiendo en una iglesia, muy curioso.
La comida bastante buena; primer y segundo plato, más postre que me lo llevo al bolsillo para esta noche antes de dormir, una manzana.

Al salir le preguntó al Padre si puedo dejar el coche en las viñas. Es una parte interior justo en la parte de detrás, donde sólo accede gente del propio monasterio.
-- Claro Ángel, toma las llaves, busca la verja por ese pasillo a la izquierda, da la vuelta y luego nos vemos en la sala de visita.
-- Le digo que vale cogiendo un manojo de llaves donde la llave de la verja mide unos doce centímetros y vamos ….. no hay cerrajero que pueda hacer copia de una llave tan antigua. Al mismo tiempo, oyendo el camino que tengo que hacer pienso dentro de mí “me pierdo seguro”.
Al final, pero con cierta dificultad, medio resuelvo el tema, cambio el coche de sitio, la verja que estaba abierta la cierro sin saber si dejo alguien fuera, no encuentro la sala que me dijo y termino por darle las llaves a otro monje.

Después de comer me estaba llamando otro oficio, y no precisamente una misa sino la siesta. De camino a mi habitación me doy un paseo por la muralla y por un pequeño parque que tengo enfrente.
Da mucha sensación de paz pasear por este lugar; ir por la muralla es como estar alojado en un castillo, el parque tiene plantas que llaman la curiosidad; una con muchas flores de color amarillo chillón, un árbol con su tronco acabado en varias ramas, sin flores pero con una enredadera que va desde el suelo subiendo hasta medio tronco, etc.

Después de dos horas de siesta me levanto cerca de la hora de cenar … aquí cenan a las 19.30 ¿a qué me suena a mí eso? …. En Tailandia también ya estaba cenado a las ocho de la tarde. Al menos aquí me dan tres comidas, en algunos monasterios budistas dan dos comidas y la última es a las doce de la mañana …. es decir, que el resto del día hasta el desayuno te quedas sin comer.

Día 2.

A estas personas ahora les ha dado por dar aviso de que va a comenzar un oficio, y lo hacen mediante una persona que se pasea por el monasterio con un artilugio de madera que hace un ruido de cojones.
El ruidito lo oyes a las cinco de la mañana, a las siete y media, etc. … vamos, que hoy me han despertado de madrugada, aunque no ha sido impedimento para que a los pocos minutos me durmiera otra vez.
Eso sí, para el desayuno no necesito nadie que me avise …

El día ha sido tranquilo y apacible, la sorpresa ha venido en la cena. Comer he comido bastante bien, pero en la cena nos han puesto una sopa cubierta un poco aguada y yo no sé si será por la Semana Santa, pero no ha habido segundo plato ni postre ni na de na.
Eso sí, el sermón del monje que te está recitando la Biblia desde el altar … eso si que estaba, y además, lleva tres sesiones con el mismo sermón; hablando de que hay que perdonar y cuando a Jesús le crucificaron junto con otros dos hombres, que uno de ellos se arrepintió de sus pecados y el otro no, que Jesús le perdonó; vamos, que me lo sé al dedillo.

Ya lo había pensado antes, pero ahora seguro que lo hago; mañana me voy al pueblo a pasar la mañana por allí y de paso a comprar provisiones.
Menos mal que ahora tengo algo de fruta.

Día 3.

Cojo el coche y me doy una vuelta por el pueblo, compro algo de provisiones.
Hoy he prestado especial atención a algunas de las personas que están aquí.
A mi salida me ha acompañado para abrir la verja un chico que está postulando (creo que así se dice), persona que hace méritos para llegar a ser monje. Él es quien hace el dichoso ruido a las cinco de la mañana para avisar del primer oficio.
El chico tendrá mi edad o un poco más joven. Yo le pregunto que si trabaja aquí, pero me dice que no, y es cuando me cuenta que les ayuda a los monjes y vive aquí porque quiere llegar a ser uno de ellos. Le digo que me imagino debe ser una decisión seria ya que se supone que esto es para toda la vida. Le pregunto cómo llego a tomar esta decisión, él me responde que fue progresivo, que primero empezó a venir a la hospedería y que poco a poco se fue quedando. Me dice riéndose …. por lo que ten cuidado (él empezó viniendo aquí como yo).
Yo dentro de mi pienso la respuesta; difícilmente acabe yo así. De hecho me parece una lástima que un chico así tan joven quede dentro de estos muros. A este chaval le enseñaría yo algún que otro sitio …

Hay otro chico bastante joven, parece que va igualmente para monje, o al menos eso parece. Tendrá apenas veinte años por lo que aparenta su rostro, que además de juventud muestra apatía y tristeza. Su mirada está perdida y ausente de alegría. Desde luego este chico puede ser muchas cosas, pero feliz seguro que no.

Me llaman la atención monjes como un chico también de mi edad, con las vestimentas que llevan ellos, pero este además lleva una capa negra que le llega a los tobillos. No le falta ni la capucha.
El chico tiene un poco de barba y la cabeza rapada. Vamos … como para encontrártelo por los pasillos a media noche.

Hay otro que no me lo imagino de monje, pero realmente lo es (eso no cabe duda). El hombre es alto, apuesto, pasa de los cincuenta pero tiene una imagen penetrante, con rostro serio, pelo canoso y de estilo algo moderno.
A esta persona me la imagino más de película americana, interpretando un depredador de las altas finanzas de Wall Street. Pero sin embargo, pese a esa imagen aquí está, de monje y sirviendo las comidas, café y leche.
Esto me hace reflexionar algo que todos sabemos pero a veces yo al menos olvido; pese a nuestra imagen o apariencia, todos somos personas por igual.

No me olvido de uno de ellos que tendrá cerca de los ochenta años. Si necesitan un extra para una película este es el ideal, no necesita ni maquillaje. Bajito, calvo, con barba de San Pedro, muy centrado en su labor pese a la edad que tiene … vamos, el más auténtico.

Después cenar y luego pasar por mi a habitación para comer un poco de chocolate y compensar lo poco que nos dan de cena, me he paseado por los pasillos. Pese a que ya conozco el lugar, me sigue dando rollo pasear por la noche por algunas partes, impresiona de verdad.
Luego me he sentado en un pequeño parque que tengo a lado, cuando ya estaba oscureciendo. Se veía cada vez menos, no se oían pájaros excepto un par de lechuzas o algo por el estilo. Alguna luz que otra de fondo, muchas sombras y silencio. Vamos …. que mejor me voy ya para mi habitación.

Día 4.

Hoy he decidido ir a Laudes, que es la misa de las 7.45 de la mañana. Uff que frío hacía en la iglesia. Y digo yo, ¿qué hacen tres mujeres en misa a esas horas? Eran las únicas personas que habían allí (excepto los monjes y los que estamos hospedados).
Me gustó la experiencia porque nos poníamos también los hospedados en la parte interior de la iglesia, en unos bancos de madera tan originales como antiguos.

Sinceramente, me parece bien que una persona tenga Fe, pero esto de tanto culto y veneración lo veo desproporcionado, es algo que no entiendo, aunque también entiendo que hay cosas que no necesito entender …..

Hay oficios durante todo el día, y todo veneración, canto y más veneración. Creo que todos los oficios son cantados excepto algunos momentos de lectura.

Hoy en la Resurrección de Cristo ha cambiado mucho el panorama de las comidas. Se ve que nos daban lo justo para comer debido a la Pascua.
Hemos tenido un buen desayuno y en la comida me he puesto como el kiko.
Yo no sé si es el cumpleaños de alguien, pero nos han dado hasta tarta y champagne. Incluso después de comer, los hospedados y un monje nos hemos ido a una sala a tomar café, había alcohol, galletas y tertulia. Nunca había visto eso aquí.
Por cierto, la tertulia muy interesante entre algunos temas religiosos, algo de hospitales porque habían dos médicos importantes (uno de ellos hablaba seis o siete idiomas, entre ellos griego y ruso).

Supongo que todo esto de las comidas viene por los ayunos de Pascua, y en la celebración por la Resurrección de Jesús.

Pese a que no tenía ganas de cenar no me podía resistirme en asistir, es una de las cosas que más me flipan; ir a las comidas.
La sala me hace sentir como en la época medieval, es como cenar en una iglesia, o en una sala de un castillo, es impresionante.

Enlaces de interés: wikipedia, Monasterio de Poblet, vivencias.
Articulo escrito por Angel (quieromeditar.com)

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