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Anidamiento tortugas, Nicaragua Isla de Juan Venado


Anidamiento tortugas, Nicaragua Isla de Juan Venado, es uno de los cuatro lugares de desove de las tortugas marinas, lugar elegido por Angel, para alertar al mundo de lo que esta pasando alli.


La Reserva Isla de Juan Venado es ecológicamente hablando un tesoro con sus 4.600 hectáreas, con especies como anfibios, reptiles, venado, ardillas, gatos monteses, coyotes y tortugas marinas, que como sabéis están en peligro de extinción. Además del Anidamiento tortugas, Nicaragua Isla de Juan Venado, encontrarás miles de aves, la mayoría son aves migratorias.

Una historia triste pero cierta, alerta sobre las tortugas marinas

Escucha el Podcast de este articulo:


"Anidamiento tortugas, Nicaragua Isla de Juan Venado"
Las dos noches que salí a buscar tortugas en la Reserva Juan Venado, me quedé con las ganas de verlas desovar. Encontré, si, pero me hubiera gustado disfrutarlo más.

Como ya conocía el lugar y estaba tan cerca, decidí en probar suerte de nuevo.
Qué dulce es viajar donde conoces el terreno y la gente. En unos minutos tenia resuelto todo; transporte, alojamiento, kayak, comida.

El vivero de tortugas se llama Palo de Oro, y palos tiene, pero lo que se dice oro....no luce en ningún sitio; es pequeño y está destartalado.
La cocina parece más bien una chabola, y las cabañas dejan que desear.
Las duchas no sabes si ducharte o quedarte con el olor del día.

Terminé de cenar dos huevos fritos y un poco de arroz junto con lo que simulaba ser un zumo de naranja, esa noche no tenía ni frijoles.
Cristina, la señora que ese día trabajaba allí, hacía de cocinera, guardia y guía.
Salimos juntos y como es el procedimiento, andamos a oscuras en mitad de la noche; la luz de una linterna hace que a veces la tortuga se de media vuelta y regrese al mar.
El objetivo es encontrar el surco que el animal hace al arrastrarse por la arena, para llegar unos 30 metros playa adentro.

Intentando salvar a algunas de ellas

Fue rápido porque en 10 minutos ya encontramos una, pero mala suerte de que ya había un hombre junto a ella.



La gente del vivero tiene la función de buscar tortugas para recoger los huevos y sembrarlos, cómo ellos dicen, para asegurar que las tortugas nazcan y sean liberadas al mar.

Lo triste es que el gobierno nicaragüense dice que es ilegal robar huevos de tortuga, pero no está prohibido.
Con la excusa de que hay personas que no tienen trabajo, permiten que roben los huevos para el consumo o negociar con ellos.
Es vergonzoso el poco conocimiento y responsabilidad ecológica que Nicaragua muestra en esto, pero así es.

El año pasado el vivero Palo de Oro liberó unas 6.000 tortugas bebé, pero estiman que podrían haber desovado unas 20.000, es decir que unos 15.000 huevos fueron robados.
De agosto a noviembre, la época alta de desove, cada noche hay unas 30 personas andando e incluso en bicicleta buscando a qué tortuga robar.

El hombre, o mejor dicho, el ladrón estaba echando agua junto la tortuga, porque ésta se marchará si nota la arena muy seca.
En una de esas aproximaciones me acerco con él, arrastrándonos como lagartijas entre arena y arbustos.

Cuando llega el momento indicado, el ladrón escarba un agujero a pocos centímetros de la tortuga, con esto puede meter el brazo llegando hasta el nido para poder robar los huevos.

Los huevos son como del tamaño de gallina, pero con la cáscara muy blanda y húmeda.
Yo estaba en presencia de ese robo, pero no podía hacer nada por impedirlo.
La tortuga terminó por desovar 51 huevos que antes de darme cuenta, desaparecieron junto con ese hombre que se marchó sin despedirse.
La tortuga estaba echando arena en su nido y dando golpetazos con el cuerpo para aplanar el terreno, sin ser consciente que debajo no quedaba nada.
Por el esfuerzo de trepar por la playa y el tener que desovar, le costaba salir del hueco que ella misma había hecho.

Por si fuera poco, yo sabía que incluso alguna gente mata a las tortugas por su carne. Al menos, me aseguré que regresara viva al mar.
Yo mismo la levanté para que saliera del agujero, y le iba ayudando a que se arrastra para llegar al mar.
Me costaba moverla porque pesa un montón, y eso que es la especie pequeña que viene a estar sobre los 60 kg, hay otra especie que ronda los 400 kg.



Al día siguiente, Cristina me dejó escarbar en un saco para buscar varias tortugas que hoy iban a nacer.
Las que nacen se guardan para liberarlas en la puesta de sol, momento en que pueden esquivar a las aves depredadoras, aunque otros peligros les esperarán dentro del mar.
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